Amapola, el paraíso perdido – Año 2006

 

La obra refleja el esfuerzo investigativoque marca todo el 2006 en el que la artista descubre un nuevo lenguaje: el Abstracto, bajo la correcta interpretación de abstraer y separar el concepto de la esclavitud de la forma. El esfuerzo antiacadémico se retroalimenta con la obra de Vincent Van Gogh, Campo de trigo con cuervos (1889).

Acrílico y espátula representan una dimensión experimental en la cual hay una negación de la pintura a pincel, con el fin de desarrollar y potencializar la fuerza innata de los materiales y de los colores sin ayuda de la forma.

Naranja, amarillo, azul y verde, representan los colores de mayor influencia en la psique, el rojo significa el instinto, el naranjado la calidez humana, el amarillo el optimismo y la fe, el azul la expectativa hacia el futuro y el verde el reconocimiento del rol maternal de la naturaleza, esta gama espectrografíca sintetiza el carácter de la artista y en general de los colombianos.

La temática de la obra ironiza sobre la mitología del narcotráfico y es desmitizada por la artista a través del título que hace referencia a uno de los hitos literarios del romanticismo, que plantean el tema de las drogas como evasión de la realidad y fuente de creatividad alterada, pero que en realidad sólo representa evasión y escape, sin
ningún tipo de planteamiento estético o ético. En el caso de Colombia, el narcotráfico y el cultivo de la amapola se han trasformado en un negativo sello distintivo, sin embargo esta dura realidad existe porque hay países consumidores que son los que finalmente condenan y etiquetan.

También la artista ironiza sobre el mito clásico del artista bohemio que se escondía detrás de las drogas y del alcohol para eludir su miedo a enfrentarse con una sociedad que pide al arte respuesta concretas.

Esta entrada fue publicada en Iconología. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *


cuatro − = 1