En el 2003 la artista busca una ruta de escape desde el universo figurativo que en algún momento representó la opción inicial, intentando una geométrizacion de las formas para evolucionar del estancamiento de la línea curva hacia a una concepción del arte más contemporánea, fundamentada en una claridad casi arquitectónica sin renunciar a la calidez del color.
La obra procede desde la reflexión sobre el constructivismo ruso y se identifica con las conclusiones formales que Nicolás De Stael propone en su obra Figura en la playa (1952).
La artista alegoriza sobre el tema de las ciudades perdidas que están diseminadas por el continente latinoamericano, prueba de sus incontables tesoros escondidos que a diario atraen cualquier tipo de neo colonizador como queda plasmado en la polémica obra literaria Las venas abiertas de América Latina. A la vez alude a la búsqueda interna que cada ser humano tiene que enfrentar si quiere llegar a desempolvar los entramados más recónditos de su personalidad que son aquellos que a nivel inconsciente determinan su actitudes y acciones y que son los espejos fieles de la realidad que cada quien vive.
Técnica mixta sobre lienzo 160 x 210 x 7 cm
